
Solemos pensar que las personas que queremos estarán ahí para siempre, pero no es así. Este blog nació como prolongación de una revista de una escuela de adultos. La revista, más bien un boletín de 12 páginas fue creado en el 2004 por Abel, un creativo profesor de informática que decidió que crear una revista era un trabajo interesante para motivarnos. Cuando las alumnas dejamos de asistir a la escuela, continuamos como colaboradoras escribiendo artículos para la revista. Del grupo original quedamos cuatro, Montse C., Carme, Asun y yo (Montse M.) que consolidamos una buena amistad. Este blog es hijo de las cuatro aunque yo sea la única que sigue sacándolo adelante. En un principio íbamos a publicar todas pero fue complicado y sólo yo, con alguna intervención puntual, lo saqué adelante. Pero a pesar de todo se cuajó en una quedada que hicimos en una cafetería del del barrio. Todas pusimos nuestro granito de arena para darle forma, Carmen dio ideas, Asun le puso nombre, Montse C. creó la contraseña y yo organicé el contenido. Este artículo es un homenaje y una despedida a Montse C., que nos ha dejado demasiado pronto.
Montse C. ha estado luchando la mitad de su vida contra una enfermedad hepática. Al principio estuvo muy enferma pero con mucha voluntad consiguió evitar el trasplante de hígado. Su doctora estaba orgullosa de ella, de su tenacidad y fortaleza. Recuerdo que cuando hacía poco que nos conocíamos, una tarde al terminar la clase nos comunicó que estaba fuera de riesgo y que no necesitaba el trasplante. Una gran y maravillosa noticia que celebramos todas.
A pesar de sus problemas de salud tenía la responsabilidad de cuidar, primero de su madre y de su tía para más tarde de su madre. Todo este tiempo ha contado con el infatigable y amoroso apoyo de su esposo Françesc. En los últimos años se entregaba a los suyos más allá de sus fuerzas, de sus propios límites. Y a pesar de su situación, de que no tenía apenas descanso, se ofrecía para ayudarte si lo necesitabas. Era increíble!!! Aún así pensaba en los demás y si le hubiera pedido ayuda me la hubiera dado. Nosotras le decíamos que tenía que delegar, mirar más por ella, pero su alto nivel de responsabilidad se lo impedía.
Era una persona generosa que se daba a los demás sin pedir nada a cambio. En los últimos tiempos daba clases de Photoshop a exalumnos de forma altruista. A ella le debo la mayor parte de los conocimientos informáticos, porque, la verdad es que soy un poco torpe en estas lindes y a pesar de las clases en la escuela de adultos, me iban muy bien sus consejos e indicaciones. Quedábamos para repasar lo aprendido y hacer tutoriales. Hacía unos montajes preciosos con el Photoshop. Incluso expuso en el Hospital de Bellvitge su trabajo. Estaba hecha toda una artista.
Estos días me vienen a la cabeza imágenes y momentos vividos. Recuerdo las veces que nos reuníamos, en su casa o en la mía, para preparar los artículos para la revista de la escuela. Lo bien que lo pasábamos y las risas, a pesar de que a veces nos quedábamos en blanco durante un rato. Cuando íbamos a hacer las entrevistas a gente que no conocíamos de nada. Al principio yo era más tímida y ella era más “echá pa lante”. Juntas participamos en un libro colectivo escrito por más de 50 mujeres sobre los Objetivos del Milenio y nos hicimos la foto con todas ellas. Fue una oportunidad maravillosa que surgió a raíz de una entrevista. Recuerdo el premio que dieron a la revista por nuestro trabajo y fuimos a recoger. Hay muchos recuerdos que están allí y que estos días afloran llenado mi cabeza.
Por estas fechas solíamos celebrar una cena y hacíamos el fin de fiesta en su casa. Y hacía unos pesebres preciosos en el mueble del comedor. Nos lo pasábamos muy bien. También era una gran anfitriona. Y echaremos de menos sus imaginativas postales de navidad.
Por situaciones personales he estado más distanciada de lo que me hubiera gustado pero aún así es duro saber que ya no está. Ni que decir el vacío que sentirán su esposo, madre, sus amistades más cercanas, sobre todo Asun que ha estado a su lado en los momentos más duros. Damos por hecho que las personas que queremos o apreciamos estarán ahí para siempre y no es así. Con los mayores nos hacemos más a la idea pero con las que son jóvenes y deberían tener más vida por delante, no lo esperamos.
Lo que más admiraba de ella era que disfrutaba de la vida, de las pequeñas cosas y, gracias a que era hormiguita, pudo cumplir algunos de sus sueños. Nos deja su ejemplo de vida y de lucha pero también de saber vivir los buenos momentos.
Muchas gracias Montse C. por los instantes compartidos y los recuerdos que nos dejas. Descansa en paz.
Montse M.